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La colonoscopia es una prueba muy habitual con la que se pueden diagnosticar muchas enfermedades del aparato digestivo en concreto del colón. Se realiza por medio del colonoscopio, que es un aparato que consiste en un tubo flexible de alrededor de un centímetro de diámetro y de entre 122 y 183 cm de largo que se introduce por el orificio anal y se puede hacer avanzar por todo el colon. Permite ver el interior del intestino, pues dispone de una cámara de video en su extremo cuya imagen se ve a través de un monitor.
Además, a través del tubo del se pueden realizar pruebas diagnósticas como la toma de biopsias, o incluso realizar tratamientos como la extirpación de pólipos intestinales o tumores.
La duración media de una Colonoscopia es de 30-45 minutos, aunque si durante la prueba se encuentran pólipos u otro tipo de afecciones su tiempo puede verse incrementado. Una vez finalizada la prueba, el paciente pasará a una sala de recuperación.
Normalmente se seda con lo que la prueba sería indolora.
Es necesario que el intestino no contenga restos fecales. De esta manera la preparación básica consiste en unos laxantes que se toman por vía oral o por medio de enemas. Estas sustancias se administran durante uno o dos días previos a la prueba.
Es imprescindible la prescripción previa de un médico para poderla practicar
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